Predicaciones, Recursos
Alejandro Rodriguez – Cristo vive en mi
Gálatas 3:1-4
Nuestro mundo es un mundo en movimiento, pero desde nuestra perspectiva, el que se
mueve es el sol. Nuestra mirada de Dios es el Dios eterno que está sentado en el trono,
lejos nuestro. Pero Dios está sentado en el trono de nuestro corazón.
No tuvimos que ser santos para entregarle nuestra vida a Cristo. Fuimos marcados por
el Espíritu para ser templos suyos.
Cuando tenemos una mirada de que Dios tiene que venir a nuestra vida para ayudarnos
con nuestros pecados y luchas, nos vemos a nosotros mismos como un sujeto
invocándole a Él para que nos pueda ayudar; miramos a Dios como un agente externo
que tiene que venir a ayudarnos para tener victoria sobre nuestras debilidades. Esto era
antes de que Él entrara en nuestra vida. Pero parece que seguimos caminando como si
Él no hubiese entrado en nuestro corazón. Por la fe debemos creer que somos templos
del Espíritu Santo. Más que hacer buenas obras, es la revelación que es Cristo en nuestra
vida la esperanza de gloria.
Gálatas 2:18-20 – este es el mensaje se salvación. Si Dios vive en nosotros tenemos que
ver las luchas de otra manera.
Efesios 4:30 / 1 Corintios 3:16 – fuimos sellados,
tenemos la marca, somos templos de Dios.
Cuando creemos que es el sol el que se
mueve, creemos que Dios tiene que venir desde afuera para que podamos aguantar al
otro, sobrellevar las luchas, etc. Pero Él nos selló, somos templos.
No es un elemento
externo de ayuda celestial.
Cuando creemos que el Espíritu Santo vive en nosotros, podemos empezar a hacer
morir las obras de la carne. Estamos marcados por Dios y Su presencia es viva.
Nos
eligió como templo para que su Espíritu habite en nosotros.
Cuando le damos lugar en
nuestro corazón, Él comienza a cambiar nuestra vida de adentro hacia afuera.
Gálatas 3:27 (sean revestidos de Cristo) No tenemos que sacarnos la ropa de Cristo
porque Él nos la dio.
- Efesios 4:22 (la vida que antes llevaban) Quitarse la ropa de la
vieja naturaleza y ponerse la ropa de la nueva naturaleza. Cuando reconocemos que Él
mora en nosotros, le damos lugar para hacer morir las obras de la carne. Él nos muestra
lo que tenemos que cambiar. La nueva naturaleza no la inventamos nosotros, es Cristo
en nosotros.
No tenemos la posibilidad de perder si reconocemos la presencia de Dios en nuestra
vida.
Romanos 8:10-13 Hay que aprender a darle muerte a las obras de la carne no dándoles
de comer, sino matándolas de hambre; no mirar lo que no hay que mirar, no hablar mal
del otro.
Hazlas morir por la obra del Espíritu Santo que vive en ti.
En un punto dejamos de vivir por la fe y dejamos de vivir al Cristo que está adentro
nuestro y al Cristo que está en nuestro hermano.
Podemos hacer morir las obras de
nuestra carne, no por nuestras fuerzas, sino invocando esa presencia real que está
adentro nuestro.
Cuando comenzamos a creer en la verdad de Dios, la vieja naturaleza
se va secando.
Sin Jesús nada podemos hacer. En Cristo somos más que vencedores por medio de
Aquel que nos amó. ¿Por qué darle lugar a algo que no pertenece a nosotros. No
volvamos a la vieja naturaleza.